Encontré un tipo en Google que es la antítesis de una persona complaciente.
Aunque dudo mucho que hayas escuchado quien es Peter Gogolak.
Pero tal vez debería serlo, porque hizo algo bastante notable.
Yo supe de él con motivo de esta última final de la SuperBowl americana entre los equipos Patriots y Falcons
Empecé a “bucear en Google” para saber un poco más y encontré a este caballero que me vino de perlas para este artículo.
Entremos un poco en detalles…
Gogolak nació en Hungría en 1942 y se trasladó a los Estados Unidos con sus padres a la edad de 14 después de la revolución húngara de 1956.
A pesar de que pasó a jugar para los Gigantes de Nueva York durante la mayor parte de su carrera fue reclutado originalmente como un kicker (pateador) por los Bills de Buffalo en 1964.
En los años sesenta los pateadores adoptaban un estilo bastante diferente a los que juegan en la actualidad.
Ellos se paraban directamente detrás de la pelota, y la pateaban con la pierna recta usando sus dedos para hacer contacto (lo que en mis tiempos futboleros venía a ser “un punterazo”, vamos).
Él lo hizo a su manera
Gogolak había jugado al fútbol cuando era un niño y golpeaba la pelota con el empeine ya que esto da mucho más control, así como más potencia.
No le importaba que su estilo de acercarse a la pelota desde un lado y con el interior del pie para golpear la pelota pareciera ridículo a los demás.
Él no se preocupaba por los demás, (precisamente no era una persona complaciente). Simplemente hacía lo que sentía bien con él mismo y esa manera de no aceptar ser una persona complaciente con el entorno cambió la forma de patear el balón en el fútbol americano para siempre.
Imagina que estás en una habitación con otras nueve personas viendo una pantalla con un PowerPoint.
La persona que da la charla carga una diapositiva en la que muestra cuatro líneas idénticas.
Y empezando por la persona que está sentada más lejos de ti, comienza a preguntar a todo el mundo cual creen que es la línea más larga.
La primera persona dice que la línea en el extremo derecho es la más larga. Casi te echas a reír y te preguntas: "¿Dónde tiene los ojos”
A continuación, la segunda persona muestra confiadamente su acuerdo con la primera y empiezas a agitar tu cabeza con incredulidad.
¿Está chiflado todo el mundo o qué?
La tercera persona hace lo mismo y luego la cuarta y comienzas a fruncir el ceño y a sentirte incómodo.
En el momento en el que hombre sonriente del puñetero PowerPoint llegue a ti, nueve personas han afirmado con seguridad que la línea de la derecha es sin duda la más larga.
Y finalmente llega a ti.
¿Qué vas a decir?
Apuesto a que estás súper seguro de señalar el error de todo el mundo y con confianza anunciar a la sala en la te encuentras que las líneas son de la misma longitud. No eres una persona complaciente con las doctrinas de los demás.
La investigación sugiere que estás equivocado.
Cuando este experimento, u otros similares, se han realizado por los psicólogos sociales el resultado final es que la última persona casi siempre va con la corriente y está de acuerdo con todo el mundo.
Hay excepciones y son personas como Peter Gogolak, las personas que se sienten cómodas en su propia piel y no sienten la necesidad de estar buscando la aprobación de los demás.
Con ganas de agradar a los demás de por sí no es un problema, pero se convierte en uno cuando te cambias a ti mismo y a tu forma de actuar para satisfacer las expectativas y los deseos de otras personas.
Y te conviertes en una persona complaciente.
En mis conversaciones profesionales suelo soltar bastantes “tacos”.
He tenido numerosos correos electrónicos durante la última década que me aconsejaban dejar de utilizar ese “lenguaje sucio”.
Un tipo incluso me envió un correo electrónico un par de años atrás, diciéndome que estaba verdaderamente preocupado porque iba a terminar sin clientes y sin negocio si no dejaba de lanzar blasfemias.
Por supuesto le respondí diciéndole que apreciaba su preocupación y que debería irse a la mierda y concentrarse un poco más en su propio negocio.
No lo hice de verdad, habría actuado como un idiota.
Simplemente le dije, "muchas gracias, pero me parece que estoy haciendo bien ".
No digo tacos deliberadamente para molestar a las personas, lo hago en la vida real también y a veces puede ser muy eficaz para encuadrar una situación o para dar un toque más cómico a una situación aparentemente triste.
La mayoría de la gente anhela ser auténtico, pero luego da marcha atrás cuando llega el momento de mostrar lo que realmente son.
El mayor factor estresante en tu vida cuando eres una persona complaciente
¿Sabes cuál es el mayor factor de estrés en nuestras vidas?
La falta de control que se manifiesta debido a la falta de elección y / o de autonomía.
Es imposible estar estresado y en control .
Ya sea que seas tu mismo y hables de tu propia verdad, o si intentas apaciguar a los demás, todavía tienes exactamente la misma cantidad de control sobre lo que los demás piensan de ti.
A la mierda todo.
Sin embargo, no tienes control sobre lo que piensan de ti y si estás constantemente dando vueltas tratando de complacer a los demás por ser alguien que piensas lo que ellos quieren que seas, entonces estás jodido.
Si tienes un locus de control externo no es fácil cambiar a uno interno de la noche a la mañana, pero puede ser hecho.
Cómo se puede dejar de ser una persona complaciente
Del mismo modo que te convertiste una persona complaciente con los demás, de forma incremental.
Mira, hace muchos años hiciste algo por alguien más y recibiste una respuesta favorable que provocó un pequeño pico de dopamina.
Así que lo hiciste de nuevo.
¡P$&& adicto!
Y luego otra vez y otra vez y otra vez, hasta que se convirtió en una adicción que necesitas alimentar cada vez más frecuentemente.
Si no estás consiguiendo gracias o sonrisas o incluso algo tan trivial como retweets o los pulgares para arriba en tus Redes Sociales, te sientes como una mierda.
Así que... ¡a esforzarse más!
Y con el tiempo, tu manera de comportarte la dedicas casi exclusivamente a recibir realimentación positiva externa en todas sus múltiples formas y tu autoestima cae tendida en el suelo en un charco de sangre.
Puede que incluso hayas disparado la bala de la depresión.
Pobre persona complaciente…
Pero espera un minuto… ¡tu autoestima no está muerta sólo está muy mal, así que vamos a revivirla ahora mismo!
Empieza por decir solo "no" a algo pequeño que normalmente hayas dicho "sí".
Puede ser un retweet, tomar otra cerveza cuando realmente te quieres ir a casa, cuidar de los niños de un amigo, ver una película con tu cónyuge que odias (la película no a tu pareja) o simplemente no estar de acuerdo con alguien cuando dicen que Donald Trump es un buen presidente.
No me importa lo que sea o lo pequeño que sea sino que será el tiempo que dediques lo que va a cambiar tu respuesta.
Te sentirás incómodo al principio, pero eso está bien, simplemente etiqueta esa emoción diciendote, “oh, esto es sólo un poco de ansiedad, en comparación con el gran resultado que voy a obtener”.
A continuación date cuenta donde empieza y termina esa emoción en tu cuerpo, que movimiento tiene, hacia donde va y viene. Y cuando seas consciente, detén ese movimiento y empieza a moverlo en sentido contrario hasta que se desvanezca la emoción.
Y después felicítate con el puño cerrado y un “ Si baby yo puedo” (pero por favor, no en la cara de las otras personas) y luego hazlo de nuevo, y luego otra vez, y luego otra vez.
Cada vez será más fácil conseguir que tu cerebro se acostumbre al hecho de que eres un ser humano increíble y auténtico.
Con el tiempo, si sigues en esa línea llegarás a la etapa en la que dirás "sí" cuando quieras decir "sí" y no porque piensas que deberías.
Unas últimas palabras.
Esto no es una excusa para ser egoísta y nunca ayudar a los demás cuando no es conveniente. Esto significa que dices "sí" cuando quieres realmente ayudar a las personas que te importan y no porque quieres que la gente te quiera y te valide externamente. Ya lo sabes… esto último es ser una persona complaciente.
Amén.